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Miércoles, 15 de diciembre de 2021
Sigo con Becker y en Becker esto acerca de la tan aclamada “madurez”. A mí siempre la madurez me ha parecido la antesala de la podredumbre. Pero. Lo del “carácter maduro” como autoengaño y hasta como requisito para nuestra sumisión ante los poderosos mayores me parece también muy acertado.
“El complejo de castración ha realizado su trabajo cuando se somete a la «realidad social». Ahora ya puede, desvalorizar los deseos y pretensiones propios y moverse sin riesgos en el mundo de los poderosos mayores. Incluso puede entregar su cuerpo a la tribu, al Estado, al paraguas mágico y protector de los mayores y sus símbolos. Es así como deja de suponerle una peligrosa negación de sí mismo. No existe, sin embargo, una diferencia real entre la imposibilidad infantil y la de un adulto; lo único que logra el adulto es la experiencia del autoengaño, lo que denominamos el carácter «maduro».”