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Domingo, 12 de diciembre de 2021
La lectura de Becker reafirma mi teoría del Entretenimiento. Es decir, que sólo hay entretenimiento y todo es entretenimiento. La extinción define lo humano, nada tiene sentido para nuestra especie que vive condenada a la monstruosa dualidad cuerpo/mente. Sólo nuestra especie está condenada a semejante infortunio. Los otros animales, carentes de conciencia, también están condenados a la extinción, pero no lo saben. De ahí que nuestra especie haya buscado diferentes maneras de paliar la angustia, del horror, de la dualidad cuerpo/mente. Una mente capaz de las mayores hazañas de la imaginación (e incluyo aquí la ciencia) pero presa en un receptáculo cuyo final es la podredumbre. Entre las creaciones más interesantes creadas por la criatura humana para olvidar o lidiar con la extinción, está en primer lugar Dios, los millares de dioses, cultos y religiones, los héroes, la filosofía, la ciencia y la literatura, las ideologías, la tecnología, el concepto de Eternidad, la cultura, los incontables mitos y leyendas (cuyo propósito final no es otro que dotarnos de la ilusión de propósito, de sentido individual y colectivo) y miles de otras formas de Entrenimiento. Porque, a fin de cuentas, eso es lo que hacemos, nos dediquemos a lo que nos dediquemos, entretenernos a la espera de que el receptáculo, es decir el cuerpo, nos saque de nuestra ilusión de que en la terrible dualidad que padecemos, la mente es más importante y otorga sentido y propósito a nuestro ir pudriéndonos. Y digo Entretenimiento con el mayor respeto, sin Entretenimiento nos suicidaríamos en masa.
Hasta hace poco, creía que esta batalla terminaría cuando la especie derrotara la muerte, pero eso no resolverá el problema de la dualidad mente/cuerpo. Sólo cuando abandonemos el cuerpo y nuestra mente pueda trasplantarse de alguna manera a un receptáculo mecánico, indestructible, no orgánico, podremos decir que hemos ganado. Pero entonces ya no seremos carne, ya no seremos nosotros. Para que la mente perdure, el soporte orgánico ha de desaparecer. Tendremos que convertirnos en una nueva especie. Pero entonces no sé si valdrá la pena ser.