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Jueves, 2 de diciembre de 2021
Del viaje a Madrid lo mejor y más estimulante para mi cerebro, lo de Ferrer delante del Goya de los fusilamientos. Me sugiere pintar una versión (algo más pequeña tal vez, pero no mucho) del cuadro, adaptándolo a la maldición pavorosa es decir a la isla pavorosa. Los fusilados españoles en mi cuadro serían fusilados cubanos (rostros reconocibles, en cierta medida), y en lugar de soldados franceses del Batallón de Marineros de la Guardia Imperial, soldados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias castristas; sería un trabajo descomunal pero grato y vivificante, quizás aún tenga fuerzas para emprender semejante tarea por mi amor a Goya, en primer lugar (o en segundo), y por la venganza que añadiría a mi rica trayectoria artístico-vengativa. En vez del cuartel del Prado Nuevo y el convento de Doña María de Aragón contra el sombrío telón del cielo, la silueta de La Cabaña, fortaleza donde los Castro y Guevara torturaban antes de matar y en vez de un sacerdote tonsurado (Francisco Gallego y Dávila), la gran señora Digna Fernández Cañizares, muerta en combate contra el castrismo el 21 de abril de 1961, en La Habana.
Y en segundo lugar (o tercero) de lo mejor del viaje a Madrid, las alcachofas confitadas con crema de boniato y yema de huevo campero del restaurante Diurno. No olvidar por favor que para mi comer bien (¡y hasta comer!) después de tantos años sigue siendo una forma de venganza.