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Jueves, 23 de septiembre de 2021
Dicen que es el otoño, pero para mí que es el invierno. Se alternan lluvias finas (cerniditos, que decía mi madre) y chaparrones y una gasa emboscada cubre el jardín. Ayer tuve que meterme bajo una manta. La hiedra eso sí enrojece y es bonito, pero con su desasosiego adjunto por el rechazo de mi cerebro al color rojo y a todo lo rojo hasta a la palabra rojo, que me resulta nauseabunda. Tengo que ir al médico por unas manchas que me han salido en la barriga, pero qué pereza. El lunes, tal vez. Antes iba al médico por cualquier cosa, pero ya no. Recogí algunas uvas y están dulces pero este año son mayormente semilla. Mi parra es mutante primero daba uvas verdes, después cambió a uvas moradas grandes, carnosas, y este año uvas casi negras pequeñas y mayormente semilla. Ayer salí a caminar y me puse a hablar con mi pito, hablamos de nuestro fin. Las manzanas se pudren en el árbol o caen al suelo y se pudren. Donde estuvo la clara mimosa hay un agujero negro. Imperan las urracas, han desaparecido los estorninos. Hace mucho que no veo a la ardilla roja. Dicen que es el otoño, pero para mí que es el invierno. Y extraño a mi niño amarillo.