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Jueves, 19 de agosto de 2021

Voy al mercado. Donde venden comida hecha, me encuentro con una de mis verduleras. Una de las delgadas, la de andar despatarrado. Llegamos casi a la vez y la escucho preguntarle a la encargada una matrona rubia de grandes pechos ¿tienes chochitos?, la matrona queda tan sorprendida como yo ¿chochitos? y ahí presto intervengo mami (les digo mami a mis verduleras) no sabía que te gustaban los chochitos ni que los vendían aquí yo también quiero… la matrona rubia ríe y mi verdulera ríe y rio yo también y mi verdulera quiere explicarse pero no la dejo (resulta que así llama ¡al rissoto!, dice que el grano tiene una raya o raja en el medio y que por eso) y le hago una pregunta tras otra… ¿los venden por unidades? ¿cuántos puedo llevarme? … yo lo quiero gordo me gustan carnosos ¡que pese un kilo como mínimo! nada de chochitos operados qué horror esos chochitos operados, ah, y peludo, ¡lo quiero peludo!, y a la matrona rubia, ¿los tienes peludos?, es que ¡no resisto los chochitos depilados!; en la matrona de pechos gordos no me había fijado hasta ese momento pero comienzo a mirarla con interés tiene una risa enjundiosa y lubricada y lo mejor la matrona (creo) comienza a mirarme con interés sin dejar de reírse de las barbaridades que suelto una tras otra y tiene un brillo en los ojitos y no entiendo porqué no me había fijado en ella antes con lo buena que está.

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© Juan Abreu, 2006-2019