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Jueves, 12 de agosto de 2021

MALLORCA (2). Al leer la prensa española siempre llena de mallorquines, gerundenses, ibicenses, ibicencos, moratalleros, ilicitanos, aledanos, tarraconenses, cabezotorrenses, gaditanos, gallegos, menorquines, yeclanos, murcianos, ceutíes, cudillerenses, alavenses, caravaqueños, chinchonenses, ovetenses (o ¡carbayones!), catalanes, turolenses, churreros, salmantinos, conquenses, alcantarilleros, bilbaínos y otros engendros tribales por el estilo, puede llegarse a la conclusión de que en Mallorca hay mayorquines. Pero. En Mallorca no hay mallorquines. Recorrí un buen pedazo de la isla y no vi ni un solo mallorquín. Mis anfitriones insistían en que los más feos y desagradables al trato eran mayorquines, pero a mi esa no me pareció una manera seria de distinguir a los mallorquines, en caso de que existieran. Sólo vi españoles. E italianos y alemanes y rusos y hasta letones (confieso que nunca he sabido qué es un letón) pero ningún mallorquín. La población de Mallorca es española, como es lógico, por otra parte. Estoy en condiciones de certificarlo. Cierto es que se encuentran carteles y hasta señales de trafico en una jerigonza incomprensible y a todas luces primitiva a la que llaman mallorquín. No indagué mucho al respecto porque a fin de cuentas estaba de vacaciones. Serán una secta, me dije. Y me serví más vino.

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© Juan Abreu, 2006-2019