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Domingo, 1 de agosto de 2021
Anoche oscureció de súbito y cayó un aguacero antiguo. Rayos y centellas, como en las novelas de Salgari. Y en la fúlgida luz de los relámpagos pude ver una inmensa ola de agua dulce correr hacia nosotros, los perros temblaban y se trepaban a mi regazo y, llegado un momento, justo antes de que la ola borrara el Jardín, abandonamos la terraza y corrimos a refugiarnos en el interior de la casa. Cantaba un olor numeroso. Y en lo alto de la ola, como guiándola, vi entonces a la ballena, y era como si viniera en mi busca el mortífero hogar.