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Miércoles, 17 de marzo de 2021
Estrenan una película sobre los presos políticos cubanos plantados, los presos que se negaron durante décadas en algunos casos, a que los consideraran presos comunes y a “rehabilitarse”, lo que en Cuba significa doblegarse a la dictadura y renunciar a los principios que te llevaron a la cárcel. Conocí a algunos de estos plantados en Miami, y me impresionó su decoro, su entereza y su humanidad, eran hombres llenos de paz que, a pesar de los horrores padecidos en la cárcel, nunca hablaban de venganza sino de justicia. Yo no decía nada por respeto, pero pensaba justicia nunca habrá, hay que vengarse es decir matar a la mayor cantidad posible de torturadores y asesinos castristas. Hablo de los años ochenta, antes de que Miami se convirtiera en un protectorado fidelista y aún vivían muchos de estos torturadores y asesinos. Aún hoy si queda alguno vivo mi opinión es que hay que matarlos, es decir vengarse, quede eso claro. Yo soy muy de Homero como se sabe. Pero lo que quería decir es que se ha estrenado la película Plantados (véala aquí) en Miami y una horda de estéticos de la Revolución sí qué mala pero fue necesaria ay que lindos los barbudos ay nos traicionaron la Revolución que grande y bonita era y otras monsergas típicas de colaboracionistas, esbirros culturales y beneficiarios de la dictadura, se ha lanzado a criticar los defectos formales de la película y de esa manera disminuir su importancia y ningunear a los que la han hecho posible. Me parece una indecencia. Mi consejo es que cubanos y no cubanos vean Plantados, la película muestra con enorme veracidad el aparato sádico-exterminador que fueron y son las cárceles fidelistas. Y muestra de forma veraz la grandeza moral de los presos plantados, eso es motivo más que suficiente para verla. Si usted no se emociona con Plantados es que hay algo enfermo en su constitución moral.