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Martes, 2 de febrero de 2021
Mi mejor amigo (salvo uno) fue mi gato amarillo. Sus pocos años de vida. Cuando uno muere se dispersa en todos los sentidos y los que quedan hacen lo que quieren o creen que es mejor con lo nuestro. Nuestro destino puede ser azaroso aún después de muertos así que quiero expresar aquí firmemente mi deseo de que las cenizas de mi gato amarillo que ahora miran el jardín el famoso Jardín se conserven cuando yo muera, ¡y el día esté lejano! que cantaba Barba Jacob, junto a las mías. Marta vivirá muchísimos años más, yo esperaré pacientemente junto a mi gato amarillo. Me encanta la idea de que salgamos a cazar en las praderas negras y estoy seguro de que eso hará de la muerte una aventura y hará más llevadera mi espera.