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Martes, 9 de febrero de 2021

Dejo un momento a Gombrowicz (Ferdydurke oh Ferdydurke vivo postrado a sus pies) y pienso que estoy hasta los huevos de lo de los trans y los maricones y el totalitarismo de género y la chochocracia. Eso. Hasta los huevos de toda esa imbecilidad de género que quieren hacer ley. Yo soy un libertario a lo Paglia y me da igual lo que haga cada uno con su culo su chocho y su pito yo mismo siempre he querido tener chocho y tetas además de pito y soy maricón en mis ratos libres, pero por favor dejen de convertir sus problemas de culo-chocho-pito sus inconformidades genitales naturales o impuestas por el ambiente social y cultural (¿se han fijado en que todas las adolescentes ahora quieren ser lesbianas?) en un problema capital para los demás. No lo es. Cambien de sexo, pónganse chocho, córtense el pito, pónganse un chocho junto al pito (mi opción) o alárguense el pito hasta que se lo puedan chupar (siempre ha sido mi sueño) ¡pero dejen a los demás en paz!, a la mayoría no le importa les importa un carajo lo que ustedes hagan con sus culos sus chochos o sus pitos. Nos importa una mierda. Vivir y dejar vivir, ¿recuerdan?

Ah. Y. Si alguien les molesta o los acosa en la escuela o en cualquier otro sitio por como usan su culo-chocho-pito llamad a la policía, o aún mejor, rómpanle la cara, es el remedio más eficaz contra los matones y los abusones y los que juzgan a los demás por lo que hacen con su culo-chocho-pito. Hay que defenderse. En la vida hay que defenderse. Dejen de quejarse y lloriquear y de exigir que los defienda Papá Estado. Eso no evitará los abusos y nos llevará a todos a una sociedad esclava de sus debilidades y remilgos, dominada por los matones políticos, no menos brutales y siniestros que los matones escolares, pero más sofisticados.

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© Juan Abreu, 2006-2019