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Sábado, 6 de febrero de 2021

Leyendo a Gombrowicz pensaba en que durante los últimos meses y años lo mejor que he leído los más grandes escritores son escritores centroeuropeos, al tiempo que la llamaba literatura hispanoamericana se cargaba más y más de grasa y pellejo literario de la española no hablemos, estos escritores avanzaron decididos hacia el hueso lúcido. El hueso lúcido es apátrida. Si se quiere escribir un gran libro hay que escapar del gentilicio como de la peste bubónica. De los escritores de hueso lúcido o que lo desean con furia y fervor, Marai sus Diarios finales, Gombrowicz, Kertész y Bernhard naturalmente. Curiosamente, escritores de países conquistados por el totalitarismo de un sentido u otro y escritores exiliados en un sentido u otro. Tenía razón a fin de cuentas Kertész:

“Y en las islas de la libertad que se iban reduciendo con enorme rapidez aparecieron los escritores exiliados, como si aquellas ínsulas fueran las últimas manchas bañadas por el sol antes de que llegasen las heladas”.

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© Juan Abreu, 2006-2019