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Miércoles, 23 de diciembre de 2020
Al amanecer el gato amarillo se quejaba unos maullidos muy extraños y cuando bajé no se movía y sacaba y metía la lengua compulsivamente y soltaba una baba gruesa pensé que lo habían envenenado y enseguida recordé a mis perros envenenados por los vecinos en la isla pavorosa y sentí una furia inmensa la santa furia el famoso “pronto” de los Abreu y lo acaricié y le pregunté qué le pasaba y me dije cálmate Abreu cálmate no te dejes llevar por los genes Abreu que son dados a estos “prontos” vuélvete hacia tu madre dulce y compasiva y eso hice y me calmé y metí al gato en su jaula de ir al veterinario y lo llevé al veterinario y todo el viaje pobrecillo estuvo maullando desconsolado. Yo iba pensando si un vecino me envenenó el gato lo despellejaré vivo es lo menos que le haré me abandonaré a mis genes Abreu y daré la espalda a los genes de mi madre. El veterinario le puso una inyección parece una intoxicación me dijo y no ve gravedad y he de estar atento a su comportamiento en las próximas horas y tengo que darle unas pastillas mezcladas con la comida disminuirá el efecto de cualquier cosa tóxica que haya ingerido. Eso me dijo. Además le hizo una ecografía del corazón porque había una posibilidad, pequeña, de que los males de mi gato amarillo tuvieran que ver con alguna dolencia cardiaca. Dijo. La ecografía no mostró nada digno de inquietud por suerte. Regresé a casa más tranquilo el veterinario muy amable y regresé meditando acerca de esa dualidad genética heredada que me hace dulce y compasivo (sobre todo con las mujeres) pero si es necesario me arma de una furia ciega la santa furia es decir el famoso “pronto” de los Abreu. Creo que es la combinación perfecta.