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Martes, 22 de diciembre de 2020

Viene a Barcelona mi amado Rey Felipe VI (ahora soy muy monárquico) pero viene, dice, en viaje de carácter privado a entregar el Premio Cervantes a un poeta local (en España hoy por hoy sólo hay poetas locales), a un Margarit poeta espantoso. Es cierto que el premio Cervantes se lo dan a cualquiera. Pero. ¿Un viaje privado? ¡A entregar el premio más importante (dicen) de las letras españolas! Pamplinas. El Rey se ha rendido es la conclusión que saco del viajecito. Viene a hurtadillas y con la española cabeza baja. No quiere molestar a los bárbaros. Pero. Un Rey viaja como un Rey o no viaja y no se acobarda ante una tropa de bárbaros (tribales periféricos) siempre ha de comportarse como un Rey, incluso en el cadalso. Comportarse como un Rey, ser Rey, enfrentarse a los bárbaros, eso es lo que hace Rey a un Rey.

No quería molestar a los tribales catalanes. Y. ¡Viaje privado! ¡Que sólo se anuncia cuando el Rey está de regreso a la seguridad en Madrid!

Y la prensa española como puta en Cuaresma.

Qué vergüenza.

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