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Sábado, 5 de diciembre de 2020

He encontrado al Gatobús llevaba días buscándolo y al fin lo he encontrado. Lo compré en el Museo Ghibli de Tokio una tarde invernal. En el museo, que es el Museo Miyazaki verdaderamente hay un Gatobús gigante donde los niños pueden entrar como si fuera el Gatobús de la película, es algo maravilloso. Yo pretendía entrar con los niños pero no me dejaron ¡sólo para niños! me decían en inglés los japoneses y me rechazaban ¡soy un niño, soy un niño! chillaba yo pero los adultos son ciegos ante la infancia verdadera. Aquella tarde, cuando salimos del museo caía un aguanieve y más tarde ya en el hotel durante la cena el restaurante del hotel estaba en un piso cincuenta si mal no recuerdo arreció la nevada y aquel fue uno de los momentos más bellos que he vivido sentados a la mesa comiendo carne de Kobe y bebiendo vino francés junto al ventanal en el edificio inmerso en la nevada tú y yo qué blancura una blancura indescriptible una blancura que no es posible decir pero que, si me obligaran a decirla, diría que era como la blancura de los dientes del Gatobús. Ese tipo de blancura.

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© Juan Abreu, 2006-2019