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Miércoles, 2 de diciembre de 2020
“Péguy tuvo el presentimiento de lo que estaba llegando: la cultura, a su vez, cedía su sitio. Pero ignoraba que sería destronada por su homónima. Sin que nadie lo notara, lo cultivado desaparece en lo cultural, y lo que caracteriza a esta nueva entidad es la facultad de englobar. Sin dejar ni la migaja más pequeña a la naturaleza, cubre todo el campo de la experiencia, se traga glotonamente la integridad del fenómeno humano. No tiene otra, no tiene nada exterior asimilable: ninguna práctica le es exterior o anterior, ningún modo de ser o de sentir se sitúa más acá o más allá de su jurisdicción. No se accede a la cultura por la mediación de libros y de maestros, se flota en ella, se está dentro de ella, se diga lo que se diga o se haga lo que se haga. No hay nada que no merezca esta denominación hasta hace poco todavía muy controlada. La incultura ha desaparecido como por arte de magia sabia: ¡Todo es cultura!, proclaman las ciencias sociales, y de ahí se deduce que todo rap es música, todo vómito verbal es poesía, toda obscenidad es flor del Mal. Hasta hace poco nadie podía salir de la charca en que vegetaba tirándose a sí mismo del pelo como el barón de Münchhaussen. Hoy la cultura es la charca. En consecuencia, no hay ninguna necesidad de elevarse para acercarse. La palabra que indicada a la vez el camino y el destino canoniza a partir de ahora lo que ya está ahí, tome la forma que tome”.
Leo el último libro de Finkielkraut. El gran Finkielkraut es judío y en la antisemita Francia lo insultan y escupen ¿alguien necesita mayores pruebas de la podredumbre cultural y moral europea y de la inminencia del nuevo fin (ya acabó Europa una vez con el ascenso del nazismo y el stalinismo) de Europa?