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Miércoles, 26 de agosto de 2020

Entre capítulos de Rabelais acabo el libro del amigo Cristian Campos. Es lo mejor que he leído sobre el llamado procés y sobre la epidemia catalana en general es decir el nacionalismo catalán. Le sobra un capítulo, Los placeres culpables catalanes (¡el Roger Scruton catalán, santocielo!) pero esto no resta efectividad al conjunto. Un libro ágil, dinámico, informado y fresco que consigue mantener interesado hasta a un lector como yo, harto del basurero catalán. Si se quiere tener una perspectiva histórica y una visión cierta y lúcida de lo que es y ha sido el catalanismo y el negocio del catalanismo y la enorme farsa del catalanismo en España, lean La anomalía catalana.

Llama la atención, eso sí, que el autor de un análisis tan penetrante hable, con la mayor naturalidad, de ciudadanos catalanes, cuando, como se sabe, los ciudadanos catalanes no existen. ¡Y que se declare catalán! Es decir, que asuma la categorización provincial como prioritaria. Cuando alguno de mis cultos e intelectuales amigos dice tranquilamente soy catalán no digo nada, los dejo con su romántica superstición tribal, pero siempre me pregunto qué rayos quieren decir.

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© Juan Abreu, 2006-2019