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Miércoles, 19 de agosto de 2020
Me subo a una silla alta y vendimio. Las uvas de este año. Dulces pero pocas. El olivo lleno y el Jardín más lento. Antes parecía eterno el Jardín. Quedará por un tiempo en mis emanaciones, creo. He vuelto a pensar en dejar la escritura, la escribidera como decía mi padre ¿hasta cuándo vas a seguir con eso de la escribidera?, y pintar el tiempo que me quede, dedicarme a pintar quiero decir. De todas formas, ya casi nadie lee. La gran era de los escritores va llegando a su fin. No sé qué vendrá después, ni me interesa. Ahora si me pongo pintaré mejor, creo. También he pensado en hacer las ilustraciones de mi Eros y política un librito que no encontrará editor la cobardía que caracteriza a la sociedad y a la cultura española contemporánea incluye la publicación de libros, naturalmente. Dibujos a tinta o crayola o lápices de colores o de óleo, no lo tengo claro. Si me quedan bien darían al librito una dimensión diferente, creo. Tal vez estoy buscando algo que me cueste más, las palabras se me dan demasiado bien. Comencé el Gargantúa y Pantagruel y avanzo despacio, paladeando. Será la lectura de agosto, iba a decir del verano, pero leo muy rápido. Yo soy azul por dentro. Tomando el té he mirado los periódicos. Dice Gore Vidal que “después de la política, el periodismo ha sido siempre la carrera preferida del hombre de poca monta, ambicioso a la par que indolente”. Y ahora mismo he mirado hacia afuera y he visto que ya cae la arena.