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Lunes, 25 de mayo de 2020

Veo esa joya que es The Last Dance. Qué maravilla. Una muy merecida apología de Michael Jordan. Bien. Me digo. Se exalta el genio. Pero al pasar los días leo aquí y allá un coro de plañideras que intentan rebajar al gran Jordan y que si Pippen y que si aquel y que si esto y lo otro. A ver. Tranquilizaos. Jordan es el genio el macho alfa y el talento alfa que hizo a los Bulls lo que fueron los Bulls. Sin Jordan no hay seis anillos ni hay superBulls. Basta ver la serie para comprobar que Jordan era quien ganaba los partidos el factor Jordan ganaba los partidos. Que Pippen era formidable, que el equipo era extraordinario. No hay duda. Pero sin Jordan no hubiera ascendido a la gloria. Jordan, el burlón, Jordan el egomaniaco, Jordan el egoísta, Jordan el abusador, Jordan el cruel, pongan todos los epítetos que deseen. Pero. El genio de Jordan. Pippen era un segundón, y los demás eran unos segundones. Cuando entra en escena un genio de esta categoría todos los que le rodean pasan a ser segundones. No hay nada que hacer. Pero. Tampoco es tan grave. Es un gran honor y una gran fortuna estar en la periferia de un genio de esta magnitud. Es un privilegio, en verdad. Así que a callar lloricas y un poco de respeto por quien les llevó con mano firme y belleza inigualada a la gloria que por ustedes mismos, sin él, nunca hubieran alcanzado.

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© Juan Abreu, 2006-2019