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Miércoles, 22 de abril de 2020

La cultura norteamericana es la cultura macho alfa mundial. Hace poco vi una película china de guerra con gran despliegue de portaviones y misiles y comandos especiales y actos heroicos típicos de las películas de guerra y era una película norteamericana, pero con chinos. Hasta las escenas esas ridículas de las películas norteamericanas en que un navy seal o algo por el estilo muere sacrificándose por sus compañeros y agoniza durante horas diciendo cursiladas sobre la esposa o el hijito, estaban copiadas detalle a detalle, pero con chinos. Una cultura ha triunfado cuando sus enemigos no tienen otro remedio que copiarla. El mayor triunfo de la cultura norteamericana la gran cultura macho alfa de la Edad Contemporánea es que sus enemigos son engendros subsidiarios de la cultura norteamericana.

En España, gran odiadora de lo norteamericano todo es muy patético en ese territorio, a lo más que aspira una película española policiaca o de cualquier otro tipo es a “parecer norteamericana”. Ese es el mayor elogio. Yo mismo lo digo cuando, raramente, veo una película española que me gusta. Vaya, parece norteamericana. La relación de los españoles con lo norteamericano y con America el país más libre del mundo, es enfermiza, aunque no deja de ser la típica reacción del paleto europeo ante una gran cultura dominante es decir una cultura que sólo y siempre mira hacia el futuro y el pasado le importa más bien un carajo.

Los españoles todo lo comparan y remiten a lo norteamericano, para proclamar la superioridad propia, naturalmente. Pero. Si desapareciera lo norteamericano de súbito dejarían de existir. Si desaparecieran de pronto los avances de la cultura norteamericana del mundo el mundo regresaría a la Edad Media. Pero, los españoles y los europeos seguirán hablando del lado bueno del comunismo, de Juana de Arco (una pobre demente), de la Revolución Francesa (apoteosis de la psicopatía asesina) o de cualquier otra atrocidad como si fueran una gran cosa y siempre con aires de ridícula superioridad.

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© Juan Abreu, 2006-2019