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Miércoles, 4 de marzo de 2020

Ha muerto ese gran hijo de puta, Ernesto Cardenal. Ah, los poetas, qué grandes aliados de los asesinos. Seguidos muy de cerca por los ensayistas y los novelistas y el resto de la basura llamada artística y musical. Para saber lo canalla y dañino que fue Ernesto Cardenal, lean esto. Un poema de Cardenal o de Retamar o de Vitier (por no salir del estercolero cubano) o cualquier novelita patriótica hacen más daño a las víctimas de una dictadura de izquierdas que cien torturadores y mil asesinos de esa dictadura. Eso es lo que no se acaba de entender. Una canción de Rodríguez o de Milanés o de cualquier otro guitarrero lírico cubano es más dañina que cien torturadores y mil asesinos. Sin poetas que les canten sin novelistas que los novelen sin guitarreros que los musicalicen todo sería más difícil y tal vez imposible para los asesinos. Sin la complicidad de los intelectuales y de la crápula llamada artística y cultural las dictaduras (y sus asesinos) durarían menos, o tal vez ni siquiera serían posibles.

Los poetas son muy peligrosos. En el contexto de una dictadura de izquierdas son más peligrosos que los asesinos.

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© Juan Abreu, 2006-2019