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Jueves, 3 de octubre de 2019
Veo el programa de la Feria del Libro de Miami. El programa (en lo que a Cuba concierne) un programa de las dos orillas a la medida de Padura mensajero oficial del castrismo en la cárcel de Lula y en los salones miamenses. Poco a poco la Feria ha ido sucumbiendo a la marea de las dos orillas, de la reconciliación, del pasemos página, o dicho más claramente a la estrategia castrista de colonización. Colonizar Miami, la ciudad de sus víctimas y sus enemigos ha sido para el castrismo una operación crucial que ha rendido sustanciosos frutos. Miles de millones de dólares anuales ordeñados al exilio, por no hablar de lo más importante: la exportación del envilecimiento castrista a Miami. Queda poco ya sin colonizar y el ambiente es de resignación entre las víctimas y de desfachatez entre los triunfales y zafios invasores. No es que Miami fuese nunca una plaza cultural, pero era una plaza moral. Y en lo referente a la cultura, había gente seria, profesional, leída, que continuaba alimentando esa trama de belleza, honor e integridad a la que llamábamos cultura cubana. Hoy ya esa trama ha sido barrida por la vulgaridad castrista, como fue barrida de la isla, deliverada y brutalmente, desde los primeros años. El castrismo no es una ideología, es la zafiedad en el poder. Caen las últimas almenas y la alta Cuba que fue sólo sobrevive en la memoria y en la resistencia de los últimos cubanos libres. Cuando ellos mueran la luz de toda una época se apagará.
