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Voy a la ciudad. Tengo uno de esos días y encuentro a toda la gente con la que me cruzo pavorosa. Alejándome cada día más de mi especie podría ser el título de este día. Claro que por otro lado resultaría difícil cambiar de especie porque ¿gato o perro?; he ahí una decisión peliaguda, que diría un literato. Aprovecho para pasar por la librería La Central de la Calle Mallorca siempre con la esperanza de que hayan contratado de nuevo a aquella muchacha tetona que tanto me gustaba cuando iba a esa librería hace años. Pero ha pasado mucho tiempo me digo y es probable que se le hayan caído ya las tetas a la muchacha. Todo termina degradándose como se sabe. Miro libros. Veo uno de Carson McCullers, y su prólogo de Rodrigo Fresán. Ya es casi imposible encontrar un libro que no tenga un prólogo de Rodrigo Fresán. Todo el trayecto hasta la librería viendo gente desagradable nauseabunda y fea y el estómago se me revuelve un poco. Ya lo dije tengo uno de esos días. Y ni siquiera la muerte se hace más llevadera en un día así voy pensando.
