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1 de agosto de 2017
Ya es casi inútil hablar de lo de Venezuela. Pero. La furia me inunda (gracias gracias amadas Furias mías) y algo tengo que decir. Posiblemente es tarde ya, venezolanos. Eso es lo primero que tengo que decir. Están solos, además, venezolanos. Nadie los ayudará. Olviden a USA y a Europa y a la ONU etcétera. Mierda. Nadie moverá un dedo por ustedes. Cháchara sí, mucha. Pero la cháchara condenatoria y las sanciones no sirven de nada contra los castristas. ¡Y los que sancionan y chacharean lo saben! Miren a Cuba. Ese es vuestro destino. Veo que han comenzado a huir por todas las fronteras. Al menos ustedes tienen fronteras. Qué suerte. Nosotros teníamos que lanzarnos al mar y allí yacen sepultados miles, decenas de miles. No se sabe cuántos. Y a nadie le importa un carajo: tomen nota. Pero. Venezolanos que decidan no escapar, quedarse, escuchen con la mayor atención, sólo hay una salida para librarse de la esclavitud castrista: la violencia organizada. Si los castristas chavistas matan a cien manifestantes, hay que matar a cien o a doscientos castristas chavistas. Y eso es una guerra civil. ¿Están dispuestos venezolanos a armarse y luchar y matar y morir en una guerra abierta civil o del tipo que sea contra la colonización castrista (olviden a Maduro, Maduro sólo cumple órdenes). Sí, o no. Si la respuesta es no, mi recomendación es que escapen lo antes posible hacia la frontera más próxima. Les digo esto porque simpatizo con ustedes y porque les deseo lo mejor, y porque sé de lo que hablo.