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Por favor, dejen de decir que ETA ha sido derrotada. Ya cansa y empieza a sonar como ocultación y disimulo de su triunfo incontestable y de nuestra miseria moral. ¡Están en el poder! Qué triunfo mayor. ETA es nacionalismo vasco. ¿Alguien se atreverá a negarlo? Y el nacionalismo vasco ya no necesita matar. Matar no es el objetivo de ninguna ideología. Matar no es una ideología es la herramienta de una ideología: el nacionalismo vasco. Matar a tus enemigos políticos es una manera de llegar al poder y su único propósito es llegar al poder. Y al llegar al poder (en el caso vasco) imponer a todos los ciudadanos la marca de agua común a etarras y nacionalistas vascos: ¡vascos primero! Sin ¡vascos primero! no se puede matar. Ya sé que es duro reconocer que cientos de miles, millones de vascos ¡y sus representantes políticos naturalmente! fueron cómplices de los asesinos, ¡vascos primero! reconocer que los gobiernos españoles y mucho periodismo español y muchos intelectuales españoles minimizaron, simpatizaron y ayudaron a crear la narrativa romántica de los asesinos y ayudaron ¡vaya si ayudaron! a invisibilizar a los asesinados y en consecuencia a facilitar el acoso de sus familiares. Estamos hablando de unos gobiernos y de un país que ni siquiera ha llevado la cuenta de sus ciudadanos asesinados. Un país donde el asesino de 17 personas, condenado a 600 años de cárcel, goza de libertad y se pasea orgulloso de sus crímenes entre los familiares de sus víctimas.

Mostremos en fin cierta entereza y cierto pudor y hasta cierta decencia en la hora de la derrota, la única derrota concerniente a ETA y al nacionalismo vasco: la nuestra.

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