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Antes del dolor estuve unos días en la isla de Lanzarote y me encontré con un catalán allí y cenando dije que cuando (si sucediera) triunfen los sediciosos en Cataluña he de irme a otra parte porque no pasaré por el fidelismo léase nacionalismo otra vez, ni hablar. Soy enemigo del nacionalismo esa imbecilidad xenófoba, digo, mientras bebo una cerveza. Y el catalán me responde que bien, que sí, pero que no podré ir a Madrid cuando me vaya de Cataluña porque allí también me alcanzará el nacionalismo de todas formas, en este caso el nacionalismo español. Y yo lo miro y me doy cuenta de que se lo cree. Se cree lo que está diciendo. Así que la España de las autonomías de las innumerables concesiones y prebendas a los separatistas autonómicos, la España que ha cedido a los sediciosos el control de la educación de los niños españoles, la España en la que no se puede rotular tu negocio en español en Cataluña porque te multan, la España de la inmersión lingüística y la imposición del catalán, la España del concierto económico vasco y los derechos históricos y de todo ese cobarde mimar al tribalismo antiespañol, la España de la discriminación del idioma español, la España de los funcionarios a sueldo de España cuyo fin es desmantelar España, la España en fin donde te llaman fascista si llevas una bandera española ¡es nacionalista!
Manda cojones.